Eso de que los tiempos avanzan que es una barbaridad es un tópico, pero no por ello deja de ser verdad. Y en el ámbito tecnológico, más todavía. Por eso han aparecido cosas como la Ley de Moore, que dice que el número de transistores que somos capaces de meter en un chip se duplica cada dos años. Y créenos si te decimos que ya metemos muchos…
Tecnicismos aparte, ese inexorable avance de la tecnología lleva parejo que los aparatos que compramos hoy queden viejos y anticuados en un tiempo que casi siempre nos parece corto. Y esto es más cierto todavía en el campo de la informática. ¿Cuántas veces has oído eso de que “el programa va muy lento porque el ordenador es antiguo. Pero si antes funcionaba bien, rápido, como debía…”? Nosotros, muchas.
En estos casos, cuando nuestro “viejo” ordenador ya no da para más, es cuando nos planteamos ciertas cosas. Por ejemplo, llamar a un informático para que “le eche un vistazo, a ver qué es lo que le hace ir lento”, como cuando llevamos el coche al mecánico porque “hace un ruido raro”. A veces no se puede evitar llegar a la conclusión de que, por mucho que nos parezca que nuestro ordenador aun puede «tirar un poquillo más», tenemos que renovarlo.
Una vez tomada la decisión de jubilar al que ha sido nuestro fiel compañero de trabajo durante años, y cuando ya tenemos a su flamante substituto en nuestras manos, nos encontramos con problemas que a priori no nos habíamos planteado. ¿Qué pasa con nuestro programa de facturación? ¿Y con el de contabilidad? ¿Y con los datos? Eeeeh…. Pues todo eso está todavía en el viejo, ese que está desmantelado en un rincón, esperando ya al chatarrero.
Lo peor no es eso. Lo peor es que no suele ser fácil “sacar” todas las cosas del ordenador “viejo” para pasarlas al “nuevo”. Algunas veces, simplemente no se puede. O sí se puede, pero luego no funcionan. Otras veces el traspaso es muy caro en tiempo y/o dinero. La hemos hecho buena pensarás…
Afortunadamente, se pueden hacer cosas. No siempre, pero muchas veces se puede.
Hay mucha gente que no sabe que nuestros maravillosos ordenadores pueden padecer de una especie de complejo de personalidad múltiple que se denomina “virtualización”. Este palabro, como otros muchos, pretende nombrar de manera un tanto difusa un concepto que también es algo difuso en sí mismo, pero que intentaremos aclarar aquí.
Pongámonos en el caso anterior y preguntémonos cómo hacer que los viejos programas funcionen en el nuevo ordenador si simplemente no pueden hacerlo, y por supuesto que no se pierdan los datos. Es decir, seguir trabajando como antes, pero con el nuevo ordenador.
La virtualización permite hacer eso mismo. Y cuando nos dicen esto es cuando se nos cambia la expresión de la cara, porque vemos la salida del laberinto en el que nos hemos metido.
En el caso que nos ocupa, la virtualización permitiría tener una copia entera del ordenador viejo, y ejecutarla en el nuevo. Sería como tener dos ordenadores en uno solo. Podríamos tener el ordenador nuevo con sus nuevos programas, y a la vez el ordenador viejo con sus viejos programas… y con los datos. Y además, los dos funcionando a la vez. Algunos dirían que es cosa de brujos…
El efecto es el de tener el ordenador viejo metido en una ventana dentro del nuevo, como si todo él fuera una aplicación más. Cuando queremos trabajar con los viejos programas, hacemos click en el icono correspondiente y entonces se abre una ventana que nos muestra cómo arranca nuestro viejo ordenador, cómo se pone en marcha, cómo aparecen nuestros programas y nuestros datos… A eso se le llama “máquina virtual”, porque precisamente lo virtual (lo que no existe físicamente) es la vieja máquina. En definitiva, nos ponemos contentos y felices, y bendecimos a los que inventaron ese palabro y lo que sea que signifique.
Ahora ya puedes tirar la pesada, grande y vetusta chatarra que habías apartado del escritorio. Tienes tu trabajo a salvo. Uffffff…. ¡Por qué poco!
Por supuesto, la velocidad que dé una máquina virtual dependerá en gran medida de lo potente que sea el nuevo ordenador. Lo de siempre: memoria, CPU, disco… Cuanto más, mejor.
A nivel de empresa, la virtualización se utiliza mucho más de lo que uno puede pensar. Se pueden virtualizar ordenadores, servidores, incluso redes enteras… Nos permite tener lo mejor del pasado y del presente (al menos en lo referente al trabajo con el ordenador) y alquilar infraestructuras a medida, por tiempo y a un menor coste. Además, nos permite tener diferentes sistemas operativos funcionando a la vez: Windows, Linux, Apple OS, etc… cosa que a veces viene bien y otras simplemente es necesaria, dependiendo del caso.
Desde ProdeX siempre aconsejamos cuidar de los ordenadores lo mejor que se pueda, para que puedan durar años pero, cuando llegue el inevitable momento de renovar tu parque informático, al menos que sepas que puedes hacer una virtualización de tu viejo ordenador y tenerlo siempre junto a ti… No vayamos a perder el buscaminas y el solitario 😉 .