El teléfono inteligente se ha metido en nuestras vidas hasta un punto en el que no podemos pasar un día sin él. Cada vez es más útil en muchas tareas cotidianas gracias a la gran cantidad de aplicaciones y programas que aparecen cada día. Sin duda el uso más importante sigue siendo la comunicación, pero hemos cambiado la manera de comunicarnos. En muy poco tiempo hemos pasado de hacer llamadas a escribir “telegramas”, que llamamos “WhatsApps”, SMS o “Twitts”. Pero esta nueva manera de comunicarse, a menudo con varias conversaciones a la vez, tiene un grave peligro: la adicción al móvil.
Dicen las estadísticas que España es el país con más adolescentes enganchados al móvil. Pero no sólo son los adolescentes, todos estamos en mayor o menor medida enganchados. Si eres de esas personas que vuelven a casa a buscar el móvil tras un olvido, entonces formas parte del 77% de personas que padecen Nomofobia (No-Mobile-Phobia), una especie de síndrome de abstinencia.
La razón por la que siempre salen los jóvenes en estas estadísticas es porque, al contrario que con otras adicciones como el alcohol o el tabaco, el móvil está incluso al alcance de los niños, con lo que la posible adicción se puede producir mucho antes. Además esta manera de comunicarse se está potenciando de tal manera que un joven sin móvil, que no esté conectado a los mismos grupos de WhatsApp que sus compañeros, pronto puede quedar excluido socialmente. ¡Increible!
No se trata ahora de renunciar a todas las ventajas que aporta la tecnología por temor a caer en la dependencia, pero hay que vigilar cuando “el aparatito” acaba afectando a tu vida personal. ¿Cuantas veces has visto en un establecimiento, una mesa en la que todos los ocupantes están más atentos a sus teléfonos que a la conversación entre las personas? Si es que hay conversación, claro. ¿Cuantas veces has visto a personas por la calle, con la vista clavada en sus manos, mirando el entorno apenas de reojo para no tropezar? O incluso tropezar y caer por no ver el bordillo de una acera. ¿Cuantas familias debe haber que, en algún momento del día están “jugando” en lugar de compartir la experiencia que tienen delante de ellos? ¿Conoces a alguien que “no tiene tiempo” porque tiene que revisar su perfil de Facebook, retwittear algo que ha leído, colgar una foto en Instagram, o mejorar su perfil de LinkedIn, todo ello desde el móvil?
Con toda seguridad se te ocurren otras circunstancias en las que puedes calificar el móvil como “adicción”.
Puede parecer que estos comportamientos no son graves, pero piensa que a muchas personas les producen síntomas de depresión, ansiedad, decepción, inseguridad, irritación, y un largo etcétera. Pero según mi opinión el mayor peligro es, el aislamiento que produce estar constantemente pendiente del móvil. Es contradictorio que un aparato que sirve para comunicarnos con el resto del mundo pueda llegar a aislarnos de él.
Hay que sumar un tema más a los peligros de la adicción al móvil. La falsa sensación de privacidad que proporciona. Desde ProdeX hemos advertido varias veces de la inseguridad con la que trabajamos en un ordenador, y los teléfonos inteligentes se llaman así porque son en realidad pequeños ordenadores, pequeños en tamaño, no en capacidades. Aplicaciones como Snapchat que permiten hacer una foto inmediata y publicarla en una conversación con la tranquilidad de que el sistema la borrará en cuestión de segundos, si se usa de manera compulsiva, puede provocar más de un problema a quien no piense en las consecuencias. Porque “nada se borra” del sistema en cuanto pasa por Internet. En este caso además, el destinatario podría tomar una “instantánea” de la pantalla con la foto, antes de que desaparezca y luego publicarla en otros medios.
¿Te ha pasado alguna vez que has oído cómo llegaba un mensaje o cómo vibraba el móvil y cuando has comprobado de qué se trataba, te das cuenta de que te lo has imaginado? Esto se llama textaphrenia. Es una grave enfermedad psicológica, pero no te preocupes si sólo te ha ocurrido esporádicamente.
En algunas escuelas de EEUU ya se imparten clases de “social media”, en las que se enseña a utilizar el móvil y las redes sociales de una manera “racional”. Mientras esperamos que se enseñe en España, si te sientes identificado con algunos de los hechos que te hemos expuesto hoy en ProdeX, quizá deberías conectar con el programa “Desconecta”, en el que un grupo de emprendedores barceloneses han desarrollado un programa, para el móvil, con el que puedes medir tu grado de adicción y quizá “desengancharte”. Suerte.
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